Desde su aparición, la cerámica prehispánica ha servido a los arqueólogos como referente de desarrollo
social y expresión cultural. Paralelamente la cerámica debía cumplir ciertos requerimientos y funciones que
actualmente podemos ver plasmadas en sus formas y elementos decorativos, los cuales representan individuos,
animales, plantas, símbolos estilizados y en conjunto muchas escenas que hacen posible que podamos inferir
las ideas y creencias religiosas; las cuales a su vez debieron ser socialmente aceptadas.
Las piezas arqueológicas u objetos referidos proviene en originalmente de los entierros funerarios o contextos
domésticos. En el primer caso, se puede evidenciar actualmente una diversa y compleja gama de técnicas de manufactura
y decoración; lo cual demuestra un gran avance en la tecnología alfarera. En el segundo caso, la cerámica utilitaria
no deja de ser menos importante, puesto que a través de ella se conocen las constantes formales en la elaboración de
ollas, cantaros y platos, los cuales nos indican los mecanismos de uso cotidiano y el almacenamiento a nivel familiar,
comunal o estatal.